Un gigantesco y estremecedor sonido escapó de dentro de las más profundas entrañas de la gran maquinaria industrial. En el silencio absoluto que le siguió, un siniestro silbido se oía muy por debajo de las planchas de hierro, donde trabajaba el equipo de noche... alimentando con un flujo constante de residuos los hornos de la planta térmica, una maravilla de la ingeniería que, con su producción energética, alimentaba la siempre hambrienta ciudad...
"¡Fuga de azufre!", gritó el jefe de guardia mientras el pánico se apoderaba de su voz y dejaba caer sus papeles... Su grito apenas se había extinguido cuando el shock general dio paso al pánico, y los trabajadores se atropellaban a empujones en una carrera frenética por el conducto de ventilación...