Pensar que hace poco corría detrás de esa niñita maleducada. Sacó el reloj del bolsillo de su chaleco. Sólo habían pasado tres horas. Al volverlo al bolsillo su leontina brilló al sol. Recordó el día en que su padre se la regaló. Él, el único de la camada en recibir tan magnífico obsequio. Las ventajas de ser el primogénito. Sacudió su cabeza, se rascó la oreja y pensó “¿Seré un drogadicto?, ¿cómo puede ser, que siempre después del ajetreo diario, tenga que venir a este prado a calmarme comiendo lechuga?” Cerró sus ojos rosados y levantó la cabeza para recibir los últimos rayos de sol. Suspiró en desorden: “Ommmm”, “Vivan los opiáceos de la lechuga”, y “Ay, Alicia”.
En nuestra lección para principiantes de hoy, no sólo vas a explorar la mente lagomorfa, sino que además vas a aprender un adverbio muy útil, y a colocar los adverbios en el lugar correcto.